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Tema: 1945- KOLBERG- (Veit Harlan)  (Leído 1656 veces)
« en: Septiembre 4, 2015, 3:16 pm »
montagut
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KOLBERG (1945)

Director;  Veit Harlan
País;  Alemania
Título Original;  Kolberg



Sinopsis;  En 1806 las tropas de Napoleón derrotaron a los prusianos en Jena y Auerstadt. Kolberg fue una de las pocas ciudades que no fue ocupada. En vez de rendirse, el Burgomaestre, Joachim Nettelbeck, organizó a la población en una resistencia armada frente a los invasores. Cuando los esfuerzos del coronel Loucadou probaron ser inefectivos, fue reemplazado por el mayor August von Gneisenau, quien lideró la batalla contra 13.000 soldados de Napoleón. Las operaciones militares contra de Kolberg cesaron como resultado de la Paz de Tilsit, y la ciudad no fue tomada.

Comentario;  La ultima superproducción del cine nazi, rodada con todo lujo de medios y que representa un llamamiento a resistir hasta la victoria. Es considerada una gran locura, ya que se destinaron miles de soldados como extras en un momento de la guerra en el que andaban muy escasos de ellos en el frente.

IMDB;  http://www.imdb.com/title/tt0036989/

ELINK;  ed2k: Kolberg [1945, Veit Harlan, VOSE].avi
Subtítulos;  incrustados en la imagen

Capturas:







« Última modificación: Agosto 29, 2017, 3:16 pm por davidg » En línea
 
Responder #1
« en: Septiembre 6, 2015, 6:28 pm »
montagut
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Comentario de esta pelicula:
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“Kolberg” nació como una idea abstracta del Ministro de Propaganda Joseph Goebbels: un film majestuoso que debía superar a “Lo que el viento se llevó”, ilustrando como ningún otro el espíritu de resistencia y sacrificio del pueblo alemán y de su ejército, unidos para siempre en un único destino. Teniendo en cuenta que las primeras instrucciones de Wilhelmstrasse comenzaron a ser despachadas en 1943, el asunto debió llenar de inquietud a los que se vieron involucrados en el proyecto; era la constatación implícita de que los años de batallas triunfantes quedaban atrás y que, de hecho, Alemania debía prepararse para lo peor.

Goebbels no paró mientes en invertir lo que no tenía, exactamente 8,8 millones de Reichsmark, para que “Kolberg” se llevase a cabo según lo requerido: la historia del asedio de un pueblo alemán de la costa báltica en el año del Señor de 1806, unido frente al avance del todopoderoso ejército napoleónico, y su consiguiente salvación (como salta a la vista, esta imagen también podía servir para inspirar la resistencia de cualquier pueblo europeo ante los propios nazis; pero si Goebbels fue consciente nunca lo sabremos). Para ello se reclutó a un selecto grupo de actores y guionistas (no podía faltar Thea von Harbou) y a un director, Veit Harlan, que ya había dado pruebas fehacientes de estar entregado por entero al espíritu del III Reich.

El rodaje se llevó a cabo en Agfacolor, uno de los sistemas más caros, precisamente el mismo que se utilizó en “Lo que el viento se llevó”. Se confeccionaron diez mil uniformes de los tiempos de Napoleón; cien vagones conteniendo sal para las escenas de nieve fueron desplazados hacia el lugar de rodaje en Pomenaria, junto con miles de soldados que harían de extras en las escenas de batalla (la cifra oscila entre ocho mil y el disparate de doscientos mil). Se construyeron casas según el modelo de la época con la idea en mente de que, hacia el final del metraje, debían ser destruidas alternativamente por el fuego y las inundaciones, sin mencionar el tráfago de caballos y carros. A pesar de todo este esfuerzo, la película quedaría muy lejos del gigantismo cinematográfico alcanzado en “El acorazado Potemkin” o “Metrópolis”, pero en cambio se vivieron momentos auténticamente demenciales: durante la última parte del rodaje en Potsdam por ejemplo los bombardeos aliados se sumaron a los de la propia filmación, con el resultado de dos extras muertos y diversos heridos. Goebbels y el director, además, rectificaron el guión: la profusión de cañonazos napoleónicos debía rebajarse aun a costa de perder espectacularidad, no por falta de dinamita, sino porque psicológicamente podían resultar contraproducentes para la moral del público alemán.

El estreno del film sufrió numerosos retrasos, pero finalmente pudo llevarse a cabo el 30 de enero de 1945 con tres pases simultáneos: uno en Berlín para el ejército acuartelado en la capital y para las Juventudes Hitlerianas (¡los rollos tuvieron que ser lanzados en paracaídas por la Luftwaffe!); otro privado en la Cancillería del Reich para Adolf Hitler, que el día anterior había dado el que fue su último discurso en la radio; y finalmente otro para las tropas concentradas en la base naval de La Rochelle. Pero el destino quiso que todo ello coincidiera casi al minuto con el último de los desastres de la marina alemana, de hecho el mayor que se recuerda en la historia naval: un submarino de la armada soviética torpedeó y mandó a pique en la Bahía de Danzig al Wilhem Gustloff, un buque de transporte que en ese momento evacuaba a miles de cadetes y civiles, entre ellos mujeres y niños (9.343 murieron en el ataque). Sólo cuatro semanas después, la 45° Brigada de Tanques soviéticos y 28.000 soldados rusos de infantería arrasaban y destruían casi por completo la  misma ciudad de Kolberg.

La película, como estaba previsto, siguió proyectándose en Berlín para el público en general; no en vano su objetivo era contagiar a la gente la alegría del asedio. Imaginar hoy este escenario –los berlineses dirigiéndose al cine a mediodía por las calles cubiertas de escombros, mientras las columnas del martirizado ejército del General Zukov tomaban posiciones al otro lado del Spree– puede llamar la atención y hasta resultarnos inexplicable;  E.T.A. Hoffmann sin embargo narra una escena muy similar en sus memorias de Bamberg durante el asedio napoleónico de la ciudad, destacando cómo los espectáculos de ópera continuaban, en apariencia indiferentes al ir y venir de los carros llenos de soldados muertos y de los cañonazos al otro lado de las montañas.

Hoy, como es obvio, el interés por “Kolberg” no reside únicamente en su valor cinematográfico (que lo tiene), sino en su alterado sentido dentro del contexto histórico, no exento de surrealismo, ni de tristeza si vamos al caso, y en hallazgos más bien accidentales. Entre ellos podríamos destacar su voluntariosa reconstrucción de un idílico mundo alemán lleno reminiscencias medievales, muy a lo Friedrich (vemos por ejemplo a la joven protagonista Maria, y no podía ser menos, exhibir su voz en una bonita Lied mientras maneja sensualmente una máquina de hilar), en unos momentos en que Alemania era una auténtica ruina; las hipnóticas discusiones a gritos entre el “representante de los ciudadanos” Joachim Nettelbeck (Heinrich George, inmenso y chestertoniano) y Paul Wegener, con su abrumador rostro de Atila, acerca de la conveniencia o no de la kapitulation; el sonido wagneriano de los títulos de crédito, absolutamente enervante; el desfile de cientos de ciudadanos del burgo de Kolberg perfectamente caracterizados para la ocasión, con sus gorritos, pipas y demás parafernalia de la época, precipitándose en masa al martirio colectivo; la psicodélica fotografía de vivos colores, con el predominante rojo anunciando la hecatombe como en una pintura de Brueghel el Viejo; la excepcional toma del incendio de la granja familiar de los Werner –sacrificada antes que ser entregada al enemigo, como debía ser sacrificado Berlín–, con su crepitante fuego alzándose al cielo azul; el inquietante bizqueo de Gustav Diessl en su papel de Comandante Schill; la heroicidad fanática de Maria y su patético encuentro con la Reina, los nerviosos compases de violín de su hermano Klaus, etc. etc.
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http://signorformica.blogspot.com.es/2011/03/kolberg.html
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